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MI HERMANO Y LOS VIDEOS PORNO ONLINE

Para no hacerme el protagonista, empezaré hablando de mi hermano mayor, Roberto (bueno, y también porque no quiero que veais lo golfo que he sido tan pronto, jeje), que hoy es un médico de familia muy reputado y con fama de ser muy formal, pero que tiene un su haber un negro capítulo conocido por muy pocos, y que quizá fuera un escándalo que se supiera; pero, como siempre, la suerte ha jugado un papel importante en este asunto, y no se ha dado a conocer hasta ahora, aunque sólo habría que hacer una búsqueda en Google poniendo videos porno gratis para que se descubriera el pastel. Y quizá no tarde mucho en pasar eso.

Y es que a Rober le ponían mucho las asiáticas…

Durante nuestra época de estudiantes, el principal problema de Roberto, y el que lo metió en el lío que siguió, es que comenzó a sentir una gran atracción por las mujeres procedentes de Asia, concretamente por las orientales. Ver videos de japonesas porno era su mayor obsesión, mi hermano y yo lo sabíamos, y cada vez que llegaban estudiantes de intercambio a nuestra universidad, o escuchaba por casualidad que a nuestra ciudad llegaba un grupo de turistas asiáticas, se volvía un poco loco, e intentaba por todos los medios tener algún tipo de relación con ellas. La idea de asiaticas follando lo traía loco, lo mismo le daba verlas por internet, que en vivo en directo, siendo él o no el protagonista, y la cosa iba a peor cada día.

Y en estas conoció a Yumi, una inmigrante procedente de Corea, de padre asiático pero madre española, y en cuanto la vio decidió que tenía que salir con ella a como diera lugar. A mí esta chica no me daba muy buena espina, llevaba una vida liberal un tanto extraña para tener apenas 20 años; pero poco me podía yo imaginar la razón: era actriz porno.

Y así terminó casi haciendo películas xxx…

Pues sí, pensábamos que nuestras visitas a 4tube nos hacían especialistas en el tema, pero resulta que ni mis hermanos ni yo, ni ninguno de nuestros amigos ya puestos, la reconoció. Después supimos que dada a que era tan joven, insistía mucho en que no se le viera la cara cuando realizaba alguna escena, y claro, como no tuvimos el gusto de verla en bolas como Rober, pues no pudimos reconocer su cuerpo tampoco. El caso es que, cuando lo descubrimos, ya había convencido al panoli de mi hermano para que rodara con él una escena porno amateur, y en poco tiempo el video acabo circulando por la red, aunque al menos habían tenido la precaución de ponerse unos antifaces: un recurso medianamente eficaz, pero que esta vez sí que funcionó.

Cuando supe lo que había pasado, y que Yumi insistía a mi hermano para que se animara y se presentara a una prueba para hacer cine porno, por un momento sentí que el mundo se me venía encima. Pensé en mis padres, lo orgullosos que se sentían de su tan renombrado apellido, y lo que habían luchado para que sus tres hijos acabaran en la universidad, y es más, lo que presumían de ello. Tener un hijo trabajando en la pornografía no creo que fuera su sueño dorado, y entonces pensé que, si Roberto seguía por ese camino, mi otro hermano y yo nos veríamos sometidos a una dictadura de hierro, sin que nos dejaran respirar, y eso sí que no me molaba para nada.

Por suerte, Yumi dejó a mi hermano justo a tiempo, porque estaba entusiasmado con la idea del porno y para colmo, y por mucho que me pese, parece que hasta tenia actitudes. Poco tiempo después conoció a Ingrid, una estudiante sueca de intercambio, y se le olvidó el asunto cambiándolo por otra de sus paranoias; pero eso lo contaré en otra ocasión…